Es posible que muchos de nosotros, sin pensarlo, al menos una vez en la vida soñamos con pisar la luna, con volar, con hacer realidad todo lo que siempre nos dijeron de lo que se trata la vida, pero ¿todos queremos llegar al mismo lugar?
Hacer tus sueños realidad es una satisfacción que no cambiaría por nada, sin embargo, cuando me pongo a analizar lo que he logrado, me doy cuenta que todo va más allá de ese logro desbloqueado, y es que si analizo quién soy en este momento me doy cuenta lo mucho que he aprendido, recuerdo las veces que me he hecho pedazos (porque esa es nuestra responsabilidad, no de nadie más), y las veces que he pegado los restos que quedan de mi.
Al intentar reconstruir lo que somos, luego de una desafortunada experiencia, es normal que haya piezas que ya no embonan en nuestra vida, y es normal porque luego de cada experiencia, aprendemos y restablecemos quiénes somos, nuestros ideales y hasta nuestras emociones, es más, hasta nuestros sueños pueden verse modificados.
Siendo honesto, muchas veces vamos en la vida pidiendo al universo que nos dé un empujón para llegar a donde queremos, pero nunca nos damos el tiempo de agradecer porque nos puso en el momento, a la hora y con las personas indicadas para estar en donde estamos ahora. La gratitud es uno de los sentimientos primordiales que debemos abrazar, que deben ser parte de nuestro día a día.
Tenemos que agradecer por todo lo que hemos logrado, y sí, es normal que muchas veces las cosas no salgan como queremos, pero ¿qué crees? ¡De eso se trata! Siempre nos encaprichamos con lo que queremos, y nunca nos cuestionamos si es algo que en verdad merecemos en nuestras vidas. Querer y merecer no es lo mismo, sobre todo cuando te das cuenta que a veces lo que quieres, no te quiere, no te aprecia y no te valora en su vida.
Me siento muy dichoso de poder decir que he tenido la fortuna de pisar la luna, y es que es ahí donde se encuentran resguardados muchos de mis sueños, varios de ellos ya cumplidos, y sí, el camino no ha sido fácil en ningún sentido, pero eso jamás me ha detenido, incluso, si me doy un respiro y volteo a mi al rededor a ver lo que me rodea, me doy cuenta que hay muchas estrellas iluminando mi camino, algunas fugaces y otras eternas, algunas con las que solo pides un deseo y otras que abrazan como parte de su universo.
Todos somos astronautas de nuestro propio universo, y cada uno sabe cuántas galaxias quiere conquistar. Todos somos una estrella brillante en nuestro propio universo, y cada uno sabe qué tanto queremos iluminar el espacio sideral. ¿Estás listo?
Memorias de un corazón ficticio 